“Y a vosotros él os dio vida, estando muertos en vuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1).
¿Ha recibido vida usted? No le pregunto, ¿cuándo se unió a una iglesia, trató de hacer cambios en su vida, tomó la comunión o se esforzó para mejorar, sino ¿cuándo nació usted de nuevo? ¿Aún no lo ha hecho? Entonces, ¡USTED ESTÁ MUERTO!
Supongamos que tenemos ante nosotros un ataúd en el cual yace el cuerpo de un difunto. Él está muerto físicamente; usted está muerto espiritualmente. Él está separado de este mundo; usted está separado de Dios. Usted dirá, “Pero no me siento muerto”. Tampoco lo siente el cadáver. Sus sentimientos no tienen nada que ver en el asunto. Usted no tiene que sentirse muerto para estar muerto. El cadáver está muerto “en el ataúd”. Usted está muerto “en sus pecados”. Usted es un pecador por naturaleza. Algunas personas son irlandesas por naturaleza; otras son suecas, francesas o inglesas por naturaleza. Pero TODOS los hombres son pecadores, “hijos de ira” (Efesios 2:3), por naturaleza. Para usted es tan natural pecar como lo es para un pez nadar. “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Amigo mío, usted es un pecador culpable ante Dios.
Tal vez dirá, “No tengo vicios”. Tampoco los tiene el cadáver. Él no miente, roba, maldice o apuesta. No tiene nada de malo, excepto esta única cosa - está muerto. Eso es muy serio. La gente entierra a las personas muertas.
¿Vive usted una vida normal, una vida limpia? No hay mucho de malo con usted excepto esto - usted está muerto, perdido y rumbo al cementerio de Dios, el lago de fuego, donde pasará ¡toda la eternidad! Amigo, su condición ante Dios es mucho más seria de lo que usted piensa.
Hable al difunto acerca de una cena deliciosa de bistec o de un día de pescar en uno de los mejores lagos, pero no habrá respuesta de él. Está muerto a, separado de, los placeres y deleites de esta vida. Si alguien le hablara a usted de estudios bíblicos y reuniones de oración, no habría respuesta. Si acaso fuera a una reunión de oración, no disfrutaría de ella - la aguantaría. Usted está tan separado de los deleites y las bendiciones de la vida cristiana como lo está el cadáver de las cosas de este mundo. Él no tiene ningún deseo de comer. Usted no tiene apetito por la Biblia. El difunto no puede gozar de las cosas de esta vida física. Usted no puede disfrutar de las cosas de la vida espiritual. Va a la iglesia porque es uno de sus “deberes”, y no porque reciba una bendición de escuchar la palabra de Dios expuesta.
¡USTED NECESITA LA VIDA!
Para gozar de las cosas que acompañan la vida física, el hombre muerto necesita la vida física. Para gozar de cosas espirituales, usted necesita la vida espiritual. Una dama me dijo, “Todo lo que es necesario para ser salvo es vivir la vida”. Yo le contesté, “Señora, usted no puede vivir la vida hasta que la tenga”.
El Único que puede poner esa vida en el cadáver es el Señor Jesucristo. Ninguna organización o individuo en el mundo puede hacerlo. Ninguna iglesia, ninguna religión le puede dar vida espiritual. Nadie aparte del Señor Jesucristo puede hacerlo. El difunto no puede levantarse a sí mismo. Tampoco puede usted levantarse de la muerte espiritual.
Tal vez pudiéramos bautizar al cadáver y poner su nombre en la lista de una iglesia, pero eso no le daría vida. De la misma manera, usted pudiera unirse a una iglesia, ser bautizado, tomar la comunión, pero a menos que haya sido vivificado, todavía está muerto. ¡PIENSE EN ESTO! ¡PERDIDO! Más aun, tal vez usted ha sido religioso toda la vida. No es la religión lo que usted necesita, es la VIDA.
LA VIDA SE ENCUENTRA EN EL HOMBRE HERIDO A LA DIESTRA DE DIOS
“La paga del pecado es la muerte; mas el don de Dios es vida eterna en Jesús Cristo el Señor nuestro” (Romanos 6:23). La salvación se encuentra en el Señor Jesucristo. Él, el Dios-Hombre perfecto, fue al Calvario “para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos” (Hebreos 2:9). Derramó su sangre preciosa para proveer perdón y limpieza de nuestros pecados (Hebreos 9:22). “Porque también Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos, para que él nos llevase a Dios” (1 Pedro 3:18).
Pero eso no es todo. Él se levantó del sepulcro, vencedor sobre el pecado, la muerte y el infierno. Hoy está sentado como el Dios-Hombre en su cuerpo resucitado de carne y huesos a la diestra del Padre (Hebreos 1:3; 8:1), aquel que es sumamente exaltado ante quien toda rodilla se doblará y cada lengua confesará que él es el Señor, para gloria de Dios Padre (Filipenses 2:9-11). La vida eterna está en él. “Y éste es el testimonio, que Dios nos ha dado vida eterna; y que esta vida está en su Hijo” (1 Juan 5:11).
¿Tiene Ud. al HIJO? Lo que salva no es una simple creencia en lo que la Biblia dice acerca de él. La salvación no se encuentra en el “registro” acerca de él, sino que la salvación está en él. Es posible que usted acepte el “registro” acerca de él y crea que es la verdad, y aún rechazarle y vivir en rebelión contra Él. Usted puede ir al infierno aun cuando cree que la Biblia es verdad. La salvación no consiste en solamente creer hechos históricos, sino en recibir al Hijo: “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida” (1 Juan 5:12).
USTED PUEDE SABER QUE ES SALVO
Usted puede ser salvo en este mismo momento si recibe a Cristo como su Señor y Salvador. “Mas a todos los que le recibieron, les dio potestad [el derecho] de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). Cuando le recibe, lo tiene a él; y cuando lo tiene, por fe, usted tiene, según la promesa de Dios, la vida eterna. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna” (Juan 3:36). “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).
Usted debe estar seguro de que tiene al HIJO, porque “El que TIENE al HIJO, (no el que tiene religión o buenas obras) TIENE la VIDA” (1 Juan 5:12). Recíbale hoy mismo. Mañana tal vez sea demasiado tarde.