Un hombre parado junto al puerto de Nueva York declara repentinamente: “Voy a nadar hasta Inglaterra”, luego se sumerge en el agua, en dirección al mar abierto.
Tú gritas: “¡Oye! ¡Así no llegarás a Inglaterra!
“Oh, sí, lo haré, estoy seguro de que lo lograré”.
“¿Qué te hace estar tan seguro?”
“¡ESTOY HACIENDO LO MEJOR QUE PUEDO!”
¡Probablemente ESTÁ haciendo lo mejor que pueda! Pero 3.000 millas de aguas heladas y profundas, vientos feroces, tormentas furiosas y miles de tiburones feroces lo hacen imposible para que él llegue a Inglaterra nadando.
Entonces, un hombre rico que presencia la escena ofrece a darle libremente al nadador un billete de avión a Inglaterra. Puede abordar un avión, relajarse y disfrutar del viaje. Ahora no hay necesidad de que se esfuerce por llegar a su destino con vanos esfuerzos.
¿Estás diciendo sinceramente: “Estoy haciendo lo mejor que puedo para llegar al Cielo”? Está escrito en la Biblia, “No hay justo, ni aun uno” y “Por cuanto todos pecaron”
(Romanos 3:10, 23).
Supongamos que ESTÁS haciendo lo mejor que puedes. ¡Eso no es suficiente! Dios dice: “Todas nuestras justicias como trapo de inmundicia” (Isaías 64:6). Solo la gracia y la misericordia de Dios nos salva. Tito 3:5 dice: “No por las obras de justicia que nosotros habíamos hecho, mas por su misericordia, nos salvó.”
Amigo, solo hay UN CAMINO al Cielo: el Señor Jesús Cristo. Él dijo: “Yo soy EL CAMINO…nadie viene al Padre sino por MÍ” (Juan 14:6). Él murió por los pecadores en el Calvario, resucitó y ahora está vivo en un verdadero cuerpo glorificado de carne y hueso, exaltado a la diestra de Dios. Tu parte es recibir al Señor como tu Salvador.
¿Podría el nadador llegar a Inglaterra dando lo mejor de sí? No, sus intenciones estaban sin esperanza. Y lo mejor de ti no es lo suficientemente bueno para ganar la entrada al Cielo, tampoco.
Pero como el rico que compró el billete de avión, así Cristo Jesús compró la salvación para nosotros. Él pagó con Su “sangre preciosa” (1 Pedro 1:19).
“Cree en el Señor Jesús Cristo y serás salvo” (Actos 16:31). ¡Confía en Él ahora! Si estás dispuesto a recibirlo, por favor acéptalo ahora en tu corazón. Puedes orar una oración sencilla, como la siguiente, creyendo en tu corazón.
Me doy cuenta de que mis buenas obras no pueden salvarme. Ahora me vuelvo de mi pecado y de mis vanos esfuerzos por salvarme y recibo al Hijo de Dios resucitado como mi Señor y Salvador. Por Su gracia, viviré para Él y lo confesaré ante los demás como mi Señor.