Una jovencita dijo a su amiga: “Vamos a esa campaña evangélica esta noche.”
Pero la otra contestó: “Ahora hay que gozar la vida y no quiero preocuparme con las cosas religiosas…”
Así contestó María a su amiga Elena que la había invitado para ir a la campaña donde yo predicaba. Elena le suplicó: “¡Oh, María, no digas que no tienes tiempo para tu alma. Nadie sabe en qué momento se encontrará con la muerte, sin más oportunidad de prepararse! ¡Vamos!”
“Ve tú. Yo me voy con los otros jóvenes esta VEZ. Tú ya sabes cómo me gusta ir a las fiestas y bailar con muchachos guapos. Cuando una ya es más ancianita, hay tiempo para prepararse en las cosas religiosas. Tal vez te acompañe en otra ocasión. De todos modos hay mucho tiempo todavía.”
Pero no hubo mucho tiempo para María, después de todo. Aunque Elena vino a nuestra campaña de avivamiento, María se fue en otra dirección con unos amigos y amigas hacia un baile en otra ciudad. Mientras yo predicaba y otros jóvenes aceptaban la salvación eterna de nuestro Salvador Cristo Jesús, hubo un accidente en la carretera en el que María murió instantáneamente.
Ella nunca pensó cuando dijo: “Ya habrá tiempo” – que en verdad tenía muy poco. Tenía pocas horas para entrar a la eternidad.
Dios nos ha dado Su Palabra Divina, la Biblia, con el fin de que todos se arrepientan y sean salvos. Porque “Está establecido a los hombres que mueran una vez; y después de esto el juicio,” (Hebreos 9:27).
La vida no es segura. De todos modos esta vida es corta y la eternidad larga. La muerte llega a menudo de manera sorpresiva. Este mensaje puede ser el último que recibas. Este tratado de salvación puede ser el último que leas.
El hombre más sabio, dijo: “No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué traerá de sí el día,” (Proverbios 27:1).
Tienes la promesa de Cristo hoy: “Al que a mí viene, de ninguna manera le echaré fuera…” “El que bebiere del agua que yo le daré, por siempre no tendrá sed; mas…será en él fuente de agua, que salte para vida eterna,” (Juan 6:37; 4:14). Pero también la Biblia añade: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcais vuestros corazones.”
Viene el día cuando será demasiado tarde para ser salvo. Cuando tus familiares estén congregados alrededor de tu ataúd ¿dónde estará tu alma? Aquellos que aceptan la gran salvación de Cristo personalmente en arrepentimiento y fe, tienen la vida eterna; pero aquellos que rechazan tan grande salvación ya están condenados (Juan 3:16-18). Entre el infierno y la gloria “una grande sima está establecida…de manera que los que quisieren pasar no pueden,” (Lucas 16:19-31).
Después de la muerte todas las ceremonias no valdrán de nada, ni ritos, ni misas; mucho menos puede el dinero comprar la salvación para el muerto. “HOY”, -- dice la Palabra de Dios – es el Día de Salvación, y Cristo está con los brazos extendidos. Toda tu eternidad depende de lo que haces con Cristo.
“Hay un Dios, y un mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús,” (I Timoteo 2:5). Cristo salvará a todos los que por Cristo, y solamente por Cristo, se acercan a Dios (Hebreos 7:25).
Si quieres aprovechar esta oportunidad tan preciosa, ponga tu fe en Cristo de corazón:
“Yo confieso que soy pecador en necesidad de la Salvación por medio de Cristo Jesús. Me doy cuenta de que viene el día en que será demasiado tarde para ser salvo. Yo recibo a Cristo Jesús ahora como mi único y suficiente Salvador. Y con la ayuda y gracia divina, viviré para Él como cristiano, y le confesaré delante de otros hombres.” - Pablo Levin